Incluso estando en obras, la Diputación de Huesca ha apostado por mantener las puertas abiertas a todos aquellos que quieran conocer la Cartuja.
En el recorrido se acerca al público a los modos de vida de la orden de los cartujos y a su relación con el diseño y la espiritualidad que los monjes perseguían, a la importancia artística y significado de las pinturas de la Cartuja y la figura de fray Manuel Bayeu.
Abierta al público los sábados, domingos y festivos nacionales, con visitas a las 11 y 12.30 horas
La visita comienza, a modo de paseo relajado, por el patio de este monasterio del siglo XVIII, durante el que se explican las características de las construcciones cartujanas de nueva planta y los factores y hechos que hicieron posible la primera fundación cartujana en tierras de Aragón, en 1507, en la primitiva ermita de Nuestra Señora de las Fuentes.
El visitante termina el recorrido siendo partícipe de todas las etapas por las que ha pasado en su primera época con la salida de los carmelitas y el regreso de los cartujos, ya el monasterio del siglo XVIII con los nuevos mecenas y la llegada del joven Bayeu hasta llegar a la desamortización de Mendizábal y la venta con sus propiedades. Luego llegó la compra por parte de Juan Romeo y la creación del Balneario, tras el embargo y la compra en 1896 por Mariano Bastaras se transformaría en finca agropecuaria hasta la actualidad que es propiedad pública de la Diputación Provincial de Huesca desde 2015 y va recuperando su esplendor, incluso se ha visto convertido en plató de rodaje de la película Incierta Gloria.
La visita lleva se completa con todos los espacios de la iglesia, desde el coro de Padres, a la tribuna, el crucero, la cabecera del templo, el conocido como camarín de la Virgen y la capilla del Sagrario.
Si algo llama la atención son los 2.000 metros de decoración pictórica que llenan de contenido los techos y muros de todo el monasterio en mayor conjunto mural del siglo XVIII de Aragón por su extensión. Es la impronta de Manuel Bayeu que llegó a la Cartuja con una completa formación como pintor y capaz de planificar importantes reformas constructivas, y durante unos treinta años de su vida dejó en este conjunto su pintura mural, al fresco, al temple e incluso a la encaústica, además de algunas alegorías, coros angélicos, retratos de priores y los espacios en los que se encontraban los lienzos con escenas dedicadas a la vida de San Bruno.